jueves, 5 de febrero de 2009

Lo que el M-7 me dejó

Montar en un camello suele ser una experiencia difícil. Hay quien dice que es el animal doméstico más agresivo con sus amos. Hasta ahora sólo hemos hablado de los mamíferos oriundos del norte de África y de la región centroasiática. ¿Qué me pueden decir ustedes de ese engendro de la necesidad y la inventiva cubana, el ómnibus-dromedario?
Sin embargo el destino quiso que a mí me tocara abordar un camello diferente. Fui el último pasajero en abordar. Cuando llegué ya todos habían terminado con la comida que traían de sus casas. Comepinguino, Burdajá y la Moña se conocían de las vacaciones. Valdesa y Lesluma hicieron migas enseguida. Herc estaba haciéndole la vida un yogurt a alguien del cubículo III.
El negro Abdel y el pinga venían de la tierra de Antolín. Miraban al resto con un desconfianza natural. El Yuso comía solo. A Le pingue nunca le importó nada. Ni siquiera estar el primer día en una escuela desconocida entre gente desconocida. Rubén hacía chistes desde su cama y ya Ricardo rondaba las camas ajenas. El guajiro había comido, fregado la cacharra. En ese momento se preparaba para construir, a machete limpio, su taquilla.
Todavía no llegaba Saucedo. A Cucarachito aún no lo trasladaban del psiquiátrico. Y Landi mantenía la misma actitud distante con que lo conocimos después.
Recuerdo que con el primero que hablé fue con el Guajiro. Me impresionaron sus grandes ojos y las pestañas de mujer. Parecía un animalito temeroso. Me tocó dormir en la cama del segundo piso. Después quise subir sobre la cama que luego sería de Ricardo. Se cayó la tabla (la primera tabla que se cayó) encima de Burdajá. Entonces tuvimos en el cubículo el primer escándalo. Se hizo la luz.
Esa fue casi la primera vez que abandonaba mi pueblo por tan largo tiempo. Creo que para muchos sucedió así. Me asustaron las toterías, las clases de educación física, los tiroteos de zapato. No obstante, me sobrepuse al miedo. Encontré la química, que para mí fue un motivo de vida. Y monté, definitivamente en el M-7. Yo creo que ese pasaje es sólo de ida. Para los que subimos hace tanto tiempo a ese autobús maravilloso no hay descenso.

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