lunes, 23 de marzo de 2009

En busca de la voluntad perdida

El Clásico Mundial terminará hoy. No importa quién gane. El mundo ha deportivo ha sacado sus propias conclusiones: la voluntad puede más que la fuerza. Los dos equipos que discutirán esta noche la finalísima demostraron grandes dosis de la primera y siempre se caracterizaron por prestarle poca atención a la segunda.
Apliquemos esas lecciones a nuestro blog. Escriba al menos una entrada a la semana. ¿Cómo lo hago? Sencillo. Cada día levántese con la idea de que tiene algo nuevo que contarle a sus amigos. Si su vida privada es tan monótona que no vale la pena mencionarle, aproveche y hable mal de sus jefes. De todas maneras ninguno de ellos sospecha siquiera la existencia de este blog.
Puede inspirarse en los tiempos pasado (en la che) que siempre fueron mejores. Recibirá apoyo de las otras entradas. También puede hacer trabajo en equipo y escribirle las entradas a Feitó, que todos sabemos todavía no se ha aprendido el alfabeto a pesar de ser hijo de clodi y graduado de la UCI. Otro que necesita ayuda es Andinga, que por fin se operó el ojo.
Imitemos sin tapujos a los asiáticos. Sacrifiquemos al cuarto bate (Hércules) para adelantar al primer bate (Moverx). Digámosle al cargabates (Burdajá) que no grite tanto que aturde al equipo. Pidamos ayuda a los todólogos, rockeros, a todos que se vengan bien. Tenemos una enorme cantera en la calle: el Dos, Comepinguino, las muchachitas, Landiro, el Moña. El yuso tendrá que quechar con los espejuelos puestos porque el conejo no aparece y andinga tiene problemas en el ojo.
De seguro Arre prestará su caballo para que monte de Abdelaziz, nuestro corredor sustituto. Rubidio pondrá potencia radioactiva como bateador emergente. Lepingue dirigirá las bastoneras, coristas y animadoras. Mayté enseñará lo que la naturaleza le dio y todos moveremos los bates con más energía. A cucarachito lo pondremos en el equipo contrario para llevar ventaja.
Al final, si hace falta, estoy dispuesto a encaramarme en la lomita. No importan mis hombros rotos, ni mi epicondilitis crónica. Voy a lanzar la bola bajita, junto a las esquinas. A lo mejor me dan un jonrón con las bases llenas, a lo mejor doy un cero hit cero carreras. De cualquier forma sé que ustedes, mis amigos de siempre, me van a dejar lanzar hasta que el juego termine.

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